ROBOCOP,
CAPITAN DEL NAVIO
Los dueños
de éste hotel de casitas son el señor Luis Da Silva y la señora Catalina.
El señor
Luis nos dijo, la tarde que regresamos de Coiba, que frente al Coiba Dave
Center hay una tasca propiedad del señor Roberto que siempre tiene gasolina,
así que cuando bajamos a cenar al chiringuito frente al mar, entramos en su
garito playero y le preguntamos. El señor Roberto era una gran albóndiga que, todo
sudoroso, salió de su cocina en la que preparaba langosta para unas
chicas extranjeras que estaban en una de las dos mesas que ocupaban la terraza
de su tasca. Efectivamente este chorreante hombretón nos afirmo que tenía
gasolina, que su tasca estaba abierta desde las siete de la mañana y que nos vendería
tres o cuatro galones (un galón son cuatro litros), lo que necesitáramos. Ahhhh!!! Como si hubiéramos visto a Dios!!!
Nos fuimos
más contentos que tó!!
Entrando en
el chiringo en el que íbamos a cenar vimos al dueño y capitán de la embarcación
(lancha a motor) que nos llevó a Coiba. ¡Tenía
una tajá… como un piano! Le saludamos con un “buenas noches” mientras nos dirigíamos
a sentarnos en una mesa. Éste, desinhibido por el alcohol, le parecería que
teníamos una amistad de toda la vida porque nos saludo con un fuerte “buenas
noches” abriéndonos los brazos invitándonos a un gran abrazo familiar. Se
acercó a la mesa en la que nos habíamos sentado y allí nos contó que estaba celebrando el día del
padre (efectivamente el domingo era el día del padre en Panamá), que tenía
tres hijos y que a la mujer le había “dado puerta” (más bien sería al revés).
Nos preguntó
que como lo habíamos pasado en la excursión a Coiba, que si teníamos alguna
queja, que a él le gusta que la gente quede contenta. Todo esto lo contaba tambaleándose
un poco de derecha a izquierda. Se ofreció a que si volvíamos le llamáramos a
él directamente porque haría un precio especial. Marta se interesó por ésto y él le digo que si volvía con un grupo de
diez personas, él, prepararía la
excursión a Coiba y a ella le saldría gratis. Marta, sabiendo que al día
siguiente ya habría olvidado esta conversación le preguntó varias veces:
-Pero… de
verdad? A ver si vengo y ya usted, no se acuerda ni de mí ni de lo que me está
diciendo.
Y él, erre
que erre, que si; que prepare un grupo de diez personas y que a ella le saldría
gratis. Que apuntara su teléfono y que le llamara.
Marta cogió
en móvil y abrió la agenda para añadir un nuevo contacto y le preguntó
-¿Cómo se
llama?
Y el tipo, tambaleándose
dijo un rotundo:
-Robocop!
- y mi teléfono
es el……
Nos pareció
tan cachondo que se presentara con ese nombre tan peliculero que le hicimos
alguna broma al respecto y ya, él, nos dijo su nombre y apellido verdaderos
pero que todos le conocen como Robocop.
Robocop que
ya se veía con un trato hecho nos dió varias veces la mano a modo de despedida,
pero no se iba. Él, seguía con la cantinela de que si venía con un grupo…y bla
y bla… y bla… hasta un abrazó no dió!
Por fin se
terminó de despedir y pudimos ordenar la
cena. Langosta, ensalada y arroz
Si pepe no
se come una langosta, aquí, le da un patatús.
Continuará…
Jajajaja vaya personaje Robocop, Pepe que envidia con la langosta
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