sábado, 22 de junio de 2013

 
ROBOCOP, CAPITAN DEL NAVIO
 
Los dueños de éste hotel de casitas son el señor Luis Da Silva y la señora Catalina.
El señor Luis nos dijo, la tarde que regresamos de Coiba, que frente al Coiba Dave Center hay una tasca propiedad del señor Roberto que siempre tiene gasolina, así que cuando bajamos a cenar al chiringuito frente al mar, entramos en su garito playero y le preguntamos. El señor Roberto era una gran albóndiga que, todo sudoroso,  salió de su  cocina en la que preparaba langosta para unas chicas extranjeras que estaban en una de las dos mesas que ocupaban la terraza de su tasca. Efectivamente este chorreante hombretón nos afirmo que tenía gasolina, que su tasca estaba abierta desde las siete de la mañana y que nos vendería tres o cuatro galones (un galón son cuatro litros), lo que necesitáramos.  Ahhhh!!! Como si hubiéramos visto a Dios!!!
Nos fuimos más contentos que tó!!
Entrando en el chiringo en el que íbamos a cenar vimos al dueño y capitán de la embarcación  (lancha a motor) que nos llevó a Coiba. ¡Tenía una tajá… como un piano! Le saludamos con un “buenas noches” mientras nos dirigíamos a sentarnos en una mesa. Éste, desinhibido por el alcohol, le parecería que teníamos una amistad de toda la vida porque nos saludo con un fuerte “buenas noches” abriéndonos los brazos invitándonos a un gran abrazo familiar. Se acercó a la mesa en la que nos habíamos sentado y allí  nos contó que estaba celebrando el día del padre (efectivamente el domingo   era el día del padre en Panamá), que tenía tres hijos y que a la mujer le había “dado puerta” (más bien sería al revés).
Nos preguntó que como lo habíamos pasado en la excursión a Coiba, que si teníamos alguna queja, que a él le gusta que la gente quede contenta. Todo esto lo contaba tambaleándose un poco de derecha a izquierda. Se ofreció a que si volvíamos le llamáramos a él directamente porque haría un precio especial. Marta se interesó por ésto  y él le digo que si volvía con un grupo de diez personas,  él, prepararía la excursión a Coiba y a ella le saldría gratis. Marta, sabiendo que al día siguiente ya habría olvidado esta conversación le preguntó varias veces:
-Pero… de verdad? A ver si vengo y ya usted, no se acuerda ni de mí ni de lo que me está diciendo.
Y él, erre que erre, que si; que prepare un grupo de diez personas y que a ella le saldría gratis.   Que apuntara su teléfono y que le llamara.
Marta cogió en móvil y abrió la agenda para añadir un nuevo contacto y le preguntó
-¿Cómo se llama?
Y el tipo, tambaleándose dijo un rotundo:
-Robocop!
- y mi teléfono es el……
Nos pareció tan cachondo que se presentara con ese nombre tan peliculero que le hicimos alguna broma al respecto y ya, él, nos dijo su nombre y apellido verdaderos pero  que todos le conocen como Robocop.
Robocop que ya se veía con un trato hecho nos dió varias veces la mano a modo de despedida, pero no se iba. Él, seguía con la cantinela de que si venía con un grupo…y bla y bla… y bla… hasta un abrazó no dió!
Por fin se terminó de despedir y  pudimos ordenar la cena. Langosta, ensalada y arroz
Si pepe no se come una langosta, aquí, le da un  patatús.
 
Continuará…
 



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