Una de las
joyas de Panamá es el Parque Nacional
Coiba que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el
año 1980.
Es un
conjunto de treinta y nueve islas que se conservan en su estado natural y entre
las que destaca Coiba por su tamaño
entre otras cosas. Más del 80% de
la isla está cubierta por vegetación
original, y en sus playas llegan a
desovar al menos 3 especies de tortugas marinas. Tiene los arrecifes coralinos
mejor conservados del pacífico panameño y un incuestionable valor paisajístico.
Las ballenas
jorobadas vienen por ésta zona desde junio para dar a luz y se quedan hasta
noviembre con sus crías por aquí.
El domingo
por la mañana teníamos que estar a las ocho
en el Coiba Dive Cennter. Habíamos contratado una excursión a Coiba con
dos horas de snorkel (gafas y tubo de respiración) una por la mañana y otra
después del almuerzo.
Yo les decía
a Pepe y a Marta que me quedaría en el barco todo el rato, que no iba a ser
capaz de estar tanto rato en el agua con el tubo, que me iba a ahogar, que
seguro que yo no veía ni un pez…
Partimos en
una lancha dos guías, kevin para unos chicos americanos que ya estaban en Coiba
y que recogeríamos para hacer buceo con oxigeno y Pedro nuestro guía para hacer
snorkel. También el dueño y capitán del navío.
El trayecto
hasta Coiba desde Santa Catalina era de más o menos una hora. El paisaje
era maravilloso y el mar estaba
tranquilo. Se nos salían lo cuellos intentando avistar a alguna ballena (como
si no fuesen lo suficientemente grandes como para no verlas) pero solo vimos
peces voladores (saltan del agua, usan las aletas como alas, volando un poquito
y vuelven al mar) y un pájaro que estaba posado en un troco a la deriva.
Bueno, al
llegar a Coiba recogimos a los americanos y fuimos a isla Granito de oro para
hacer allí en sus alrededores, las
inmersiones. Nosotros con Pedro y los americanos con Kevin. En la lancha nos
pusimos nuestros equipos de gafas, tubo y aletas y nos tiramos al mar.
No podía yo imaginar cuando me tumbé en el
agua, la maravillosisisisisisisisisisima vida que hay bajo el mar y el fondo de rocas y corales tan
preciosisisisisisisisisisimo. Miles de
peces de colores, amarillos, naranjas, azules, plateados, rayados, con lunares…
grandes y pequeños; bancos de jureles enormes, tortugas de nuestro tamaño casi,
grupos de peces que cambian de dirección en un instante…y aquí estaba yo,
siendo parte de esta maravilla como un pez mas.
Soy incapaz
de seguir a Pedro como lo hacen Marta o Pepe. Me despisto mirando aquí y allá,
maravillada. No veo sus piernas nadando y cuando saco la cabeza les veo al otro
extremo de donde yo estoy. Voy hasta ellos e intento seguirles pero al rato ya
estoy, otra vez, en otro extremo de donde ellos están. No me importa!!
Después de
una hora (me parece un instante), nadamos hasta la arena rubia de la isla
desierta, si no es por unas caracolillos pequeñitos que se iban caminando hacia
el mar. Pedro nos dijo que ayer estaba
aquí la ballena.
Volvimos a Coiba a almorzar, descansar un poco y
visitar a Tito, el cocodrilo americano que vive en un lago de agua salada
aunque recibe también agua dulce de un rio que nace en la isla. También
podíamos hacer alguna ruta de senderismo corta.
Yo sí que me
encuentro en Shock después de ésta extraordinaria experiencia.
Ya en Coiba
y después de visitar a Tito que vive como un marques en su lago y que nos
enseño todo lo largo de su corpachón nos tumbamos un rato al sol esperando la
nueva inmersión.
Después de
un rato volvimos a la lancha y nuestro capitán de navío nos llevó a un isla
pequeña que es más una gran roca.
Los
americanos con su guía y nosotros con el nuestro volvímos al maravilloso mar. Esta vez es más
peligroso porque hay corrientes que nos impiden avanzar por donde queremos.
Evidentemente me perdía de Pedro pero no me importaba mientras yo veía a la
lancha esperándonos.
Pepe también
se despistó aquí y cansado de nadar
contra corriente vio a un tiburón (tiburón de punta blanca) que hizo que se
agobiara de tal forma que pidió al barco que le recogiera.
A mí me pasó
algo parecido pero sin tiburón, (gracias a Dios porque si lo veo me da un
infarto) porque las corrientes me impedían avanzar y me agobié un poco,
cansada. Logré llegar al barco y subí a descansar.
Pedro sabía por dónde tirar y Marta le seguía sin
dificultad. Vieron dos tiburones pero no ofrecían peligro, ya habían comido…
según Pedro.
Desde aquí
ya navegamos a la Playa de Santa Catalina y yo me siento súper emocionada con
ésta maravilla de la naturaleza. A lo largo de la tarde y noche no paré de
decirles a Marta y a Pepe.
-Estoy en
shock. ¡¡¡Yo he estado como un pez bajo el mar!!!!
Y Marta me
contestaba:
-Mamá no has
estado bajo el mar, has estado sobre el mar.
Pues yo
siento que he estado bajo el mar.
Continuará…
Geral, ya sabes la canción de la Sirenita "bajo el mar, bajo el mar, vive la almeja, el mejillón , etc... has sido sirenita por un día, que chulo!!!!!!!
ResponderEliminarYa has encontrado tu medio natural. Yo no sé como escribes que cuando estais agobiaos yo lo estoy y cuando estais disfrutando yo tambien. Casi me ahogo antes de llegar al barco, me faltaba el aire y con el tiburon ni te cuento
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