viernes, 21 de junio de 2013

 
COIBA
Una de las joyas de Panamá es el Parque Nacional Coiba que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1980.
Es un conjunto de treinta y nueve islas que se conservan en su estado natural y entre las que destaca  Coiba por  su tamaño  entre otras cosas.  Más del 80% de la isla  está cubierta por vegetación original, y en  sus playas llegan a desovar al menos 3 especies de tortugas marinas. Tiene los arrecifes coralinos mejor conservados del pacífico panameño y un incuestionable valor paisajístico.
Las ballenas jorobadas vienen por ésta zona desde junio para dar a luz y se quedan hasta noviembre con sus crías por aquí.
 
El domingo por la mañana teníamos que estar a las ocho  en el Coiba Dive Cennter. Habíamos contratado una excursión a Coiba con dos horas de snorkel (gafas y tubo de respiración) una por la mañana y otra después del almuerzo.
Yo les decía a Pepe y a Marta que me quedaría en el barco todo el rato, que no iba a ser capaz de estar tanto rato en el agua con el tubo, que me iba a ahogar, que seguro que yo no veía ni un pez…
Partimos en una lancha dos guías, kevin para unos chicos americanos que ya estaban en Coiba y que recogeríamos para hacer buceo con oxigeno y Pedro nuestro guía para hacer snorkel. También el dueño y capitán del navío.
El trayecto hasta Coiba desde Santa Catalina era de más o menos una hora. El paisaje era   maravilloso y el mar estaba tranquilo. Se nos salían lo cuellos intentando avistar a alguna ballena (como si no fuesen lo suficientemente grandes como para no verlas) pero solo vimos peces voladores (saltan del agua, usan las aletas como alas, volando un poquito y vuelven al mar) y un pájaro que estaba posado en un troco a la deriva.
Bueno, al llegar a Coiba recogimos a los americanos y fuimos a isla Granito de oro para hacer allí en sus alrededores,  las inmersiones. Nosotros con Pedro y los americanos con Kevin. En la lancha nos pusimos nuestros equipos de gafas, tubo y aletas y nos tiramos al mar.
 No podía yo imaginar cuando me tumbé en el agua, la maravillosisisisisisisisisisima vida que hay bajo el mar y  el fondo de rocas y  corales tan preciosisisisisisisisisisimo.  Miles de peces de colores, amarillos, naranjas, azules, plateados, rayados, con lunares… grandes y pequeños; bancos de jureles enormes, tortugas de nuestro tamaño casi, grupos de peces que cambian de dirección en un instante…y aquí estaba yo, siendo parte de esta maravilla como un pez mas.
Soy incapaz de seguir a Pedro como lo hacen Marta o Pepe. Me despisto mirando aquí y allá, maravillada. No veo sus piernas nadando y cuando saco la cabeza les veo al otro extremo de donde yo estoy. Voy hasta ellos e intento seguirles pero al rato ya estoy, otra vez, en otro extremo de donde ellos están. No me importa!!
Después de una hora (me parece un instante), nadamos hasta la arena rubia de la isla desierta, si no es por unas caracolillos pequeñitos que se iban caminando hacia el mar. Pedro nos dijo que ayer estaba  aquí la ballena.
Volvimos a Coiba a almorzar, descansar un poco y visitar a Tito, el cocodrilo americano que vive en un lago de agua salada aunque recibe también agua dulce de un rio que nace en la isla. También podíamos hacer alguna ruta de senderismo corta.
Yo sí que me encuentro en Shock después de ésta extraordinaria experiencia.
Ya en Coiba y después de visitar a Tito que vive como un marques en su lago y que nos enseño todo lo largo de su corpachón nos tumbamos un rato al sol esperando la nueva inmersión.
Después de un rato volvimos a la lancha y nuestro capitán de navío nos llevó a un isla pequeña que es más una gran roca.
Los americanos con su guía y nosotros con el nuestro  volvímos al maravilloso mar. Esta vez es más peligroso porque hay corrientes que nos impiden avanzar por donde queremos. Evidentemente me perdía de Pedro pero no me importaba mientras yo veía a la lancha esperándonos.
Pepe también se despistó aquí  y cansado de nadar contra corriente vio a un tiburón (tiburón de punta blanca) que hizo que se agobiara de tal forma que pidió al barco que le recogiera.
A mí me pasó algo parecido pero sin tiburón, (gracias a Dios porque si lo veo me da un infarto) porque las corrientes me impedían avanzar y me agobié un poco, cansada. Logré llegar al barco y subí a descansar.
Pedro  sabía por dónde tirar y Marta le seguía sin dificultad. Vieron dos tiburones pero no ofrecían peligro, ya habían comido… según Pedro.
Desde aquí ya navegamos a la Playa de Santa Catalina y yo me siento súper emocionada con ésta maravilla de la naturaleza. A lo largo de la tarde y noche no paré de decirles a Marta y a Pepe.
-Estoy en shock. ¡¡¡Yo he estado como un pez bajo el mar!!!!
Y Marta me contestaba:
-Mamá no has estado bajo el mar, has estado sobre el mar.
Pues yo siento que he estado bajo el mar.
 
Continuará…
 
 





 
 

2 comentarios:

  1. Geral, ya sabes la canción de la Sirenita "bajo el mar, bajo el mar, vive la almeja, el mejillón , etc... has sido sirenita por un día, que chulo!!!!!!!

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  2. Ya has encontrado tu medio natural. Yo no sé como escribes que cuando estais agobiaos yo lo estoy y cuando estais disfrutando yo tambien. Casi me ahogo antes de llegar al barco, me faltaba el aire y con el tiburon ni te cuento

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