miércoles, 12 de junio de 2013


AY!! MIS ALPARGATAS
Me encantan mis alpargatas color celeste, como el mar Caribe. Me las compró Marta y hoy me las puse para visitar PANAMA LA VIEJA.
Ese es el nombre del yacimiento arqueológico donde estuvo la primera ciudad de Panamá.
Allá por 1516 fue fundada la ciudad por Pedro Arias de Ávila a orillas del mar del sur, en la parte del pacifico. Se pensó que la jungla  resguardaría a la ciudad de los bucaneros malhechores que asaltaban cualquier ciudad desde el Caribe.  Pero Panamá era la Joya del imperio español. Era la escala más importante de las rutas comerciales del continente ya que pasaba por aquí la mayor parte del oro y plata que los españoles explotaban en América. Y el pirata Henry Morgan se fijo en ello
Los piratas llegaban muy temprano a las poblaciones, de improviso, saqueando sobre todo a ciudades apartadas ya que estaban menos defendidas.
Morgan atravesó el rio Chagres desde el Caribe y desde allí atravesó la selva hasta la ciudad. Los españoles avisados por los indios ya esperaban el asalto. Don Juan, el gobernador, armó a cualquier hombre para enfrentarse de cuatro escuadrones de bucaneros (el hombre lo intentó) Una gran parte de las riquezas ya habían sido escondidas y de entre ellas, las columnas de oro de la Catedral ya habían sido escondidas bajo el mar. El altar, también de oro, se cubrió con barro y se pintó. También prendieron fuego a su propia ciudad. El timo funciono porque los piratas no  vieron el engaño. Cuando Morgan llegó,  saqueó y torturó a los habitantes llevándose hasta el último gramo de  oro y plata, un gran cargamento pero nada comparado con lo que se evitó que se robara
Por esto la Reyna de España pidió la cabeza de Henry Morgan pero los británicos consideraron que era un héroe y volvió a Jamaica como Sir Henry Morgan, vicegobernador.
Allí en su hacienda  murió, algo mayor a causa de la bebida y del trasnochar…
Hoy el altar de oro y sus columnas están en la iglesia de S. José en el casco viejo. Tengo que volver en horario de misa para verlo.
A la llegada a las ruinas nos recibe un inmenso ficus junto a los truenos maliciosos…
Si precioso me pareció el casco viejo, precioso me parece éste lugar con un césped supermullido y con unos árboles inmensos.
Vamos paseando por la ruinas y al llegar a la Iglesia de la Concepción empiezan a caer unas gotas que sin más se convierten en una tormenta. El agua cae con tanta fuerza que Pepe y yo, que estamos juntos no podemos hablar porque no nos oímos. Tampoco se ve nada al frente, solo una cortina de agua de color gris claro. Pienso que lo mejor es grabarlo con la cámara.
Yo, ilusa, creía que porque estábamos bajo techo no nos mojaríamos, pero el agua va inundando el suelo y todo el espacio porque teníamos la ropa mojada y mis alpargatas empezaron a chupar agua.
La tormenta duró  como 45 minutos y cuando salimos  de ésta iglesia nos quedaba, aún, algo más de medio recorrido.  Fuimos caminando recreándonos la vista con los magníficos árboles y con las ruinas pero mis alpargatas cada vez pesan más y ví como hilos de esparto salían por los lados.
Siguieron los truenos retumbando diciéndonos que en un rato todo volvería a comenzar pero nos dio tiempo a terminar el recorrido, aunque a mi alpargata derecha se le fue despegando la suela y voy intentando caminar sin que se doble para evitar pisar con el esparto… aunque  no sé para qué si ya no cabe más agua en ella.
Llegamos al coche y camino a casa comienzó a llover pero ésta vez era una lluvia continua pero suave que permite circular en coche por la ciudad, no como el tranque.
Cuando me quité mis preciosas alpargatas de color celeste, como el mar Caribe, tenía el esmalte morado de algunas uñas de mis pies, estaba  ¡¡borrado!!
 
Continuará…
 


 
 
 

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