AY!! MIS ALPARGATAS
Me encantan mis alpargatas color
celeste, como el mar Caribe. Me las compró Marta y hoy me las puse para visitar
PANAMA LA VIEJA.
Ese es el nombre del yacimiento arqueológico
donde estuvo la primera ciudad de Panamá.
Allá por 1516 fue fundada la
ciudad por Pedro Arias de Ávila a orillas del mar del sur, en la parte del pacifico.
Se pensó que la jungla resguardaría a la
ciudad de los bucaneros malhechores que asaltaban cualquier ciudad desde el
Caribe. Pero Panamá era la Joya del
imperio español. Era la escala más importante de las rutas comerciales del
continente ya que pasaba por aquí la mayor parte del oro y plata que los españoles
explotaban en América. Y el pirata Henry Morgan se fijo en ello
Los piratas llegaban muy temprano
a las poblaciones, de improviso, saqueando sobre todo a ciudades apartadas ya
que estaban menos defendidas.
Morgan atravesó el rio Chagres
desde el Caribe y desde allí atravesó la selva hasta la ciudad. Los españoles
avisados por los indios ya esperaban el asalto. Don Juan, el gobernador, armó a
cualquier hombre para enfrentarse de cuatro escuadrones de bucaneros (el hombre
lo intentó) Una gran parte de las riquezas ya habían sido escondidas y de entre
ellas, las columnas de oro de la Catedral ya habían sido escondidas bajo el mar.
El altar, también de oro, se cubrió con barro y se pintó. También prendieron
fuego a su propia ciudad. El timo funciono porque los piratas no vieron el engaño. Cuando Morgan llegó, saqueó y torturó a los habitantes llevándose
hasta el último gramo de oro y plata, un
gran cargamento pero nada comparado con lo que se evitó que se robara
Por esto la Reyna de España pidió
la cabeza de Henry Morgan pero los británicos consideraron que era un héroe y
volvió a Jamaica como Sir Henry Morgan, vicegobernador.
Allí en su hacienda murió, algo mayor a causa de la bebida y del
trasnochar…
Hoy el altar de oro y sus
columnas están en la iglesia de S. José en el casco viejo. Tengo que volver en
horario de misa para verlo.
A la llegada a las ruinas nos
recibe un inmenso ficus junto a los truenos maliciosos…
Si precioso me pareció el casco
viejo, precioso me parece éste lugar con un césped supermullido y con unos árboles
inmensos.
Vamos paseando por la ruinas y al
llegar a la Iglesia de la Concepción empiezan a caer unas gotas que sin más se
convierten en una tormenta. El agua cae con tanta fuerza que Pepe y yo, que estamos
juntos no podemos hablar porque no nos oímos. Tampoco se ve nada al frente,
solo una cortina de agua de color gris claro. Pienso que lo mejor es grabarlo
con la cámara.
Yo, ilusa, creía que porque estábamos
bajo techo no nos mojaríamos, pero el agua va inundando el suelo y todo el
espacio porque teníamos la ropa mojada y mis alpargatas empezaron a chupar
agua.
La tormenta duró como 45 minutos y cuando salimos de ésta iglesia nos quedaba, aún, algo más de
medio recorrido. Fuimos caminando recreándonos
la vista con los magníficos árboles y con las ruinas pero mis alpargatas cada
vez pesan más y ví como hilos de esparto salían por los lados.
Siguieron los truenos retumbando diciéndonos
que en un rato todo volvería a comenzar pero nos dio tiempo a terminar el
recorrido, aunque a mi alpargata derecha se le fue despegando la suela y voy
intentando caminar sin que se doble para evitar pisar con el esparto… aunque no sé para qué si ya no cabe más agua en ella.
Llegamos al coche y camino a casa
comienzó a llover pero ésta vez era una lluvia continua pero suave que permite
circular en coche por la ciudad, no como el tranque.
Cuando me quité mis preciosas
alpargatas de color celeste, como el mar Caribe, tenía el esmalte morado de
algunas uñas de mis pies, estaba ¡¡borrado!!
Continuará…
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