viernes, 28 de junio de 2013

 

RITMOS LATINOS

 

“Las Tinajas” es un lugar para cenar comida típica panameña y disfrutar de un especulo en directo, del folclore tradicional panameño. Y allí que nos plantamos nosotros.

 
El tamal de olla,  arroz, las carimañolas, la ropa vieja, el patacón y la yuca frita…

 
El espectáculo consiste en varios bailes tradicionales al ritmo de guitarra, tambor y acordeón.  Los realizan por parejas (chica y chico) en los que la chica va vestida con la tradicional pollera y el chico con ropa del campo y sombrero pintao. Otras danzas son, las de los   espectaculares diablicos sucios.  El origen de éstos data de cuando los cristianos asustaban a los nativos para evangelizarlos.

 
Es muy entretenido y el público se deshace en sus sillas bailando también.

 
Marta decidió que la última noche que pasáramos allí deberíamos ir a cenar al casco viejo y a tomar algo al “Habana Panamá”

 
-Mamá, ¿vamos a hacernos un blower a la peluquería?

 
No me atrevía yo mucho, pero ella me convenció.

 
En España tengo un pelo difícil de alisar y que me quede una melena  suelta y con movimiento, y en Panamá tengo un pelo fácil de trabajar (comparado con los pelos tan  recios y/o rizados  de allí).

Después de desenredarme el pelo mojado, el chico que me iba a peinar me dijo:

 
-¿le hago un blower hacía arriba?

 
Y yo le dije

 
-Pues sí.

 
 ¡¡Como trabajaba ese chico el pelo!! No me pasó ni la plancha. Si aquí, en cada mechón, dan por decir algo…diez o quince pasadas con el cepillo y secador, éste, en el mismo tiempo daba cincuenta. ¡Qué técnica! ¡Qué mona estaba yo esperando a que terminaran con Marta, leyendo una revista en el recibidor del salón de belleza!

 
Ay, pero ése puto clima de olla hirviendo emitiendo vapor, hizo que al volver a casa de Marta para arreglarnos, mi pelo ya no tuviera yo ni soltura ni movimiento. Ahora comprendo todos los tratamientos que se ofrecen allí para el pelo.

 
El Habana Panamá es un local  con aire de los años cincuenta, de música latina: salsa, merengue, bachata…  Y caro, muy caro.  Entrar cuesta diez dólares por cabeza y no entra ni una solo consumición. Pidieron varias jarras de mojito que estaba. Ummm ¡como estaba! ¡Sabrosísimo!

Pepe (que es más de ginebra) desde que lo probó no se olvida del sabor y ya tengo (aquí, en mi casa) ron blanco, lima, hierbabuena y soda blanca.

 
Una orquesta en directo y la gente “tirando pasos” son un deleite para la vista y los oídos.

 
 

Continuará…

 

 



 


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