El plan era pasar una semana en el pueblito, junto a la hermana mayor de Pepe, Carmela que pasa el verano tan agusto fuera de la calurosa Madrid junto a Carlos (hijo de Carmela y sobrino de Pepe) su mujer Laura y su hijo Pablo. Estos ya habían vuelto a Madrid pero puesto que nosotros íbamos, decidieron subir y pasar un fin de semana más, en familia.
Salimos de Madrid alrededor de las 4 de la tarde, cuando Marta y Laura terminaron de trabajar y nos quedaban por delante más de cuatro horas hasta llegar a Corniero. El camino se hizo algo pesado y cada vez más fresco hasta el punto de tener que ponernos algo de abrigo en la primera parada, después de dos horas para echar gasolina y estirar las piernas.
En dirección a Riaño y a la altura de Crémenes se coje el desvio hasta Corniero y en ese punto, hicimos la parada obligatoria para los sobrinos, en el hotel rural El Sabinar antes de entrar a Corniero.
Allí tomamos unos riojas y unas deliciosas tapas de embutido ahumado de la zona.
Conocimos a Paco y Maria, (amigos de los sobrinos) que viven en León pero tienen una casa alquilada durante todo el año en Crémenes y allí también hablamos de las rutas de senderismo que se pueden hacer en la zona.
A unos tres kilómetros de éste lugar está Corniero tomando una carretera estrecha con kilos de mierda de vaca y de caballos percherones. También preciosos prados a un lado y a otro.
Al llegar a la casa de Corniero ya era de noche y hacía frío. Carmela había preparado carne en salsa para cenar pero esta cena la hicimos en el teleclub.
Carlos, como algunos vecinos más del pueblo tiene llave del teleclub. Hoy día funciona como casa de cultura y es el lugar para socializar fuera de las casas y tomar unos vinos. Las tapas las aportan los propios vecinos con lo que tengan en casa en ese momento...unas veces tomates y pimientos aliñaos con sal, aceite y vinagre, otras unos huevos duros y otras algo de cecina o chorizo.
Allí llevamos la carne en salsa y cenamos la familia. Luego subieron Paco y Maria a tomar otro vinito. Se nos fué un buen rato hablando del pueblo, las fiestas, la semana cultural...
Ahora, mi vino rioja favorito después del Faustino es Bordón crianza
Continuará...
NOTA: En los años cincuenta del siglo XX surgió un fenómeno a espaldas del régimen franquista que se dio con mayor incidencia en el área rural; viviendas, cuadras y locales de toda índole se utilizaron como improvisadas salas de televisión.
A los ojos de la dictadura estas reuniones espontáneas, carentes de ningún control albergan ciertos peligros puesto que en ellas pudieron surgir debates ideológicos críticos con el régimen. Ante la disyuntiva entre prohibirlas o permitirlas el franquismo optó por una tercera opción: controlarlas. Les puso nombre y las absorbió para reconvertirlas en algo propio. Asi surgio la Red Nacional de Teleclubs:una herramienta de control y propaganda.
A unos tres kilómetros de éste lugar está Corniero tomando una carretera estrecha con kilos de mierda de vaca y de caballos percherones. También preciosos prados a un lado y a otro.
Al llegar a la casa de Corniero ya era de noche y hacía frío. Carmela había preparado carne en salsa para cenar pero esta cena la hicimos en el teleclub.
Carlos, como algunos vecinos más del pueblo tiene llave del teleclub. Hoy día funciona como casa de cultura y es el lugar para socializar fuera de las casas y tomar unos vinos. Las tapas las aportan los propios vecinos con lo que tengan en casa en ese momento...unas veces tomates y pimientos aliñaos con sal, aceite y vinagre, otras unos huevos duros y otras algo de cecina o chorizo.
Allí llevamos la carne en salsa y cenamos la familia. Luego subieron Paco y Maria a tomar otro vinito. Se nos fué un buen rato hablando del pueblo, las fiestas, la semana cultural...
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La familia en el teleclub de Corniero |
Ahora, mi vino rioja favorito después del Faustino es Bordón crianza
Continuará...
NOTA: En los años cincuenta del siglo XX surgió un fenómeno a espaldas del régimen franquista que se dio con mayor incidencia en el área rural; viviendas, cuadras y locales de toda índole se utilizaron como improvisadas salas de televisión.
A los ojos de la dictadura estas reuniones espontáneas, carentes de ningún control albergan ciertos peligros puesto que en ellas pudieron surgir debates ideológicos críticos con el régimen. Ante la disyuntiva entre prohibirlas o permitirlas el franquismo optó por una tercera opción: controlarlas. Les puso nombre y las absorbió para reconvertirlas en algo propio. Asi surgio la Red Nacional de Teleclubs:una herramienta de control y propaganda.
FUENTE: revistas.uned.es Javier Martín Antón
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